Carta de un elefante al Rey de España- Los tristes precios de la muerte
Por: Juan Arias | 18 de abril de 2012
LOS PRECIOS DE LA MUERTE
Entre los comentarios recibidos en este post, un lector me envía los precios de la Agencia de Viajes del Corte Inglés, para darse el gusto de matar en algunos países de África, a toda una lista de animales como lo ha hecho el Rey Juan Carlos con los elefantes.
Además de la repugnancia personal que tales ofertas me merecen, algo que me ha tocado particularmente la atención es la frialdad con la que se presentan los precios para matarles, así como algunas particularidades del contrato. Por ejemplo, en caso de no conseguir matar a un elefante o a un león o a un babuino o a una pobre y bella jirafa dejándolos sólo heridos “con sangre” hay que pagar una multa.
Me han dado un cierto escalofrío los precios para matar elefantes. A uno pequeñito se le puede matar hasta por 9.000 euros. Y al mayor de todos, como los del Rey , por 70.000 euros.
Matar una jirafa vale 2.200 euros
Matar una esbelta jirafa vale sólo 2.200 euros y lo que considero más increíble es que el animal más barato de sacrificar a tiros es justamente, el más cercano a los humanos, del que según la teoría de la evolución vendríamos nosotros los inteligentes Homo Sapiens. Me refiero al babuino, cuya muerte vale sólo 350 euros.
Matar un babuino vale sólo 350 euros
Para los leones, al parecer el precio varía si se prefiere matar un macho o una hembra. No dicen los que valen esas muertes. Debe ser un precio alto.
Mientras la agencia presenta los precios de los animales según el peso y la medida, lo que no indica en ningún lugar es el precio del dolor inútil infligido caprichosamente a esos maravillosos e inocentes animales.
A LOS LECTORES
Aunque cuando el tiempo me lo permite, suelo participar al debate de los temas de mi blog con los comentaristas dado el volumen de comentarios me ha sido imposible hacerlo, salvo para responder a alguno que me había interpelado.
Los he leido todos ayer y hoy con atención y respeto. La mayoría se han mantenido en un tono de discusión respetuoso aunque dolorido al saber que el Rey Juan Carlos, que siempre ha tenido el respeto incluso de los no monárquicos por su defensa de los valores democráticos y de la unión de todos los españoles, se vaya de vacaciones a matar elefantes, mientras España sufre las garras de la crisis.
No comparto los insultos que hacia su persona aparecen en algunos comentarios que no he querido censurar porque yo sufrí ya en mi carne la censura franquista que decidía arbitrarimente lo que yo podía o no podía publicar. Por ello no elimino ni los insultos a mi persona.
Una cosa sin embargo me ha agradado positivamente del tono de los comentarios de mis lectores: la casi unanimidad en la defensa de los animales y en el disgusto de que se puedan matar por puro gusto a seres como los elefantes que existían en la Tierra antes que nosotros y que están en exticción.
Quizás no nos demos cuenta, pero ello supone un salto en la conquista de nuestra civilización. Es casi un cambio de paradigma. Existe un consenso de que tenemos que respetar a los animales porque ellos también aman y sufren como nosotros. Es el mismo cambio de paradigma que se está abriendo paso en relación con la guerra.
Hace aún pocos anos, hacer la guerra era un honor. Los hombres exhibían sus medallas y trofeos ganadas en el frente. Hoy no conozco a una familia que se sienta orgullosa de que un hijo suyo vaya a combatir en una guerra. Algo parecido está pasando con la caza, que de ser un deporte de lujo, exhibiéndose los cazadores frente a sus animales sacrificados, pocos se atreven ya a defenderla. Es que ha crecido el consenso del amor por los animales que conlleva un cierto disgusto por la caza como puro deporte, así como crece el consenso contra las corridas de toros.
Quizás se deba a esa conciencia nueva que está creciendo, el que haya sido mal recibido el hecho del Rey irse a África a matar elefantes, un animal que goza además de la simpatía de grandes y pequeños porque se ha convertido en un símbolo de la defensa de nuestro Planeta amenazado por todas los costados, desde las selvas a los rios, desde el aire que respiramos a nuestros animales a los que vinimos a acorrarles en lo que era su verdadero territorio cuando nosotros llegamos a él.
Un abrazo a todos.
Majestad, acabo de recibir una carta de un elefante de Botsuana con el ruego de que se la haga llegar. No sé aún por qué escogió a este periodista para dicho trámite. Quizás porque los elefantes son uno de los animales con mayor memoria y él recuerde que cuando su Majestad era aún Príncipe y yo trabajaba en los servicios culturales de la RAI-TV en Italia, después de haber prometido no seguir escribiendo para España en protesta contra el proceso de Burgos, durante la dictadura franquista, me pidió para ir a conversar con Usted y su esposa la entonces Princesa Sofía.
Su Majestad nació en Roma y siempre se había interesado por la política italiana. Quería entonces saber cómo estaban las relaciones entre el Partido Comunista (PC) y la Democracia Cristiana.
El elefante quizás se recuerde que yo pasé una tarde con sus Majestades los Príncipes en Madrid. Y quizás recuerde algunas cosas que me dijeron entonces. Por ejemplo lo que pensaban del Opus Dei y de los comunistas y de la derecha franquista. Lo que me dijo acerca de que quería ser “Rey de todos los españoles” y que una persona como su Majestad que había recorrido el mundo sólo podría ser un “Rey democrático”. Ah, y también que de lo que más iba a sufrir cuando llegara al trono era de perder su vida privada. Y elogió el que yo hubiera interrumpido mis lazos con la España franquista, para “preservar mi imagen cuando llegara la democracia”.
Quizás se acuerde el elefante, con su prodigiosa memoria, que yo le contaba a su Majestad que el entonces anciano y popular Presidente de la República de Italia,Sandro Pertini, con quien yo tenía buenas relaciones, me decía: “Yo soy socialista y republicano, pero amo a su rey como a un hijo y lo admiro porque ha salvado a España de un golpe militar (el de Tejero)”.
Quizás recuerde que su esposa ya Reina, concedió en España su primera entrevista para Babelia, el suplemento cultural de este diario del que yo era entonces responsable. Y quizás se recuerde también el elefante de que a mano izquierda de donde escribo, tengo en un cuadro el diploma que su Majestad me concedió de la Cruz Militar al Mérito Civil, por el conjunto de mi obra y que mis amigos brasileños, cuando lo ven aprovechan para hacer elogios de su Majestad a quién se le admira en Brasil.
De cualquier modo, con el respeto que me merece su Majestad y lo que ha representado y representa para la consolidación de la democracia en mi país, a pesar de no ser ni monárquico ni republicano, me atrevo a enviarle esta carta del anónimo elefante de Botswana que ha llegado a mis manos.
CARTA DEL ELEFANTE
Señor Rey de España:
Soy un elefante de Botsuana, el país africano en el que me dicen que su Majestad ha estado recientemente para descansar de sus fatigas, cazándonos en un safari. Los elefantes somos mansos, aunque fieros cuando nos atacan. También nuestros dioses, los de la sabana, son dioses buenos, no vengativos, aunque sí celosos de sus habitantes.
Quizás por ello, han querido preservar su vida, importante para su país, aunque han querido advertirle con su caída y sus fracturas en el campamento desde donde salía para cazarnos, que sería mejor ya para su Majestad que ha vivido ya más de lo que vivimos uno de nosotros, dedicase su tiempo a otras cosas, en vez de venir a matarnos.
Por ejemplo a seguir a esa España que se está desmoronando económicamente, a ese 52% de jóvenes que sufren el aguijón del paro después de tantos años de estudios, o simplemente a disfrutar de ver a los animales correr y divertirse en su habitad natural, pero sin escopetas, con las manos vacías o llenas de flores.
Nosotros sabemos que no ha hecho nada ilegal viniendo y pagando muchos miles de euros para matar a uno de los nuestros. Se lo permiten las leyes de mi país. Para muchos, matar gratuitamente animales es como lo era antiguamente cazar a lazo a los negros o indios para esclavizarlos.
¿Pero basta que algo sea legal para realizarlo? Existen también las leyes del corazón, no escritas, las de los sentimientos humanos, que dicen por cierto que son superiores a los nuestros y existen ciertos ejemplos que un Rey debe ofrecer de su vida incluso privada.
Su Majestad, desde su primer discurso como Rey, afirmó que quería serlo de todos los españoles. Yo sé que en España hay aún mucha gente que no se importa de ver sufrir o morir a los animales y que hasta se divierte observándolo. Pero existen también millones, sobretodo de jóvenes, que aman a los animales, que quieren protegerles y conviven con ellos. A esos millones de españoles, no creo que les guste especialmente la imagen de su Rey llegando a esta África, que es nuestro territorio, escopeta al hombro, para distraerse disparándonos sin que podamos defendernos.
Nos han dicho, Majestad, que posee una de las mejores colecciones de escopetas de caza que existen. ¿Podemos hacerle una sugerencia? Haga de ellas un museo y anuncie a los españoles, que su Rey ya no va a matar a ningún animal y que los años que aún le queden de existencia- que le deseamos sean aún muchos más de los que nosotros vivimos, los va a dedicar a distraerse a favor de la vida y no de la muerte.
Sabemos que nosotros, los elefantes, como el resto de los animales, no tenemos derechos. Nacemos para ser cazados y muertos. Pero queremos recordarle que nosotros no hacemos mal a nadie. Somos sensibles y humildes y hasta nos parecemos a ustedes los Homo Sapiens. Dicen los zoólogos que somos de los pocos animales que respetamos a nuestros difuntos y de los pocos que saben reconocerse, como los humanos, en un espejo.
Es verdad que quizás para ustedes los humanos los elefantes seamos inútiles, no somos indispensables para nada, pero, no por ello deben tener el derecho de matarnos. También las monarquías hoy- y lo digo con todo el respeto- aparecen inútiles para muchos y no por eso se hace la caza a los reyes y reinas.
Y hablando de reinas, nos gustaría saber qué piensa su discreta y querida reina Sofía de su amor por la caza de elefantes. Ella como mujer y como madre, debe saber que en nuestra organización en la sabana, vivimos un reino matriarcal. Ellas, las elefantas, organizan y dirigen nuestra comunidad. Son madres amorosas, dan de mamar a sus hijos durante tres y hasta cinco años y sufren como ustedes los humanos cuando se los matan por capricho.
Por último nos gustaría que sus nietos y biznietos, Majestades, un día consiguieran divertirse sin necesidad de venir a África a cazarnos y arrancar nuestros colmillos de marfil para adornar los palacios reales con sus trofeos de muerte.
Quizás, ni queriendo podrán ya hacerlo porque quedamos sólo 30.000 elefantes en todo el mundo y al ritmo con el que nos matan, sus nietos ya no tendrán como hacerlo, porque habremos sido extintos. Tendrán que conformarse con cazar cucarachas que al parecer tienen un millón de años y resisten hasta a las radiaciones atómicas. Nosotros, no. Somos más grandes, pero más frágiles. Quizás por ello nos amen tanto los niños a los que les gusta divertirse con nosotros. Vivos, no muertos.
Sólo desearle, Majestad, en nombre de nuestros dioses, que se recupere pronto del susto que le hemos dado, que no era para matarle, sino para hacerle pensar que sería mejor para su Majestad, que a la hora de dejar este Planeta, los elefantes que aún estemos vivos, podamos llorar por usted en vez de alegrarnos por haber perdido a un verdugo.
Los vientos de la selva son misteriosos, Majestad. ¿ Por qué no nos regala sus escopetas en vida?
Con respeto y en nombre de todos los elefantes de Botsuana.
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